Los trabajadores docentes y las campañas contra virus y enfermedades

Por Jorge Colmán. Buscando otra información me encontré con esta carta escrita en el "Monitor", una revista para docentes, donde trata una de las enfermedades que asoló las aulas del país y donde alumnos/as y docentes padecieron sufriéndola.

Se trata de la tuberculosis y la necesidad de defenderse, en un mundo donde los docentes no se consideraban trabajadores y en muchos casos provenía de las capas medias y medias altas. La carta habla de la necesidad del mutualismo y un dispensario que ofrecía la posibilidad de la prevención de la salud (recordemos que los sindicatos modernos estaban surgiendo a sangre y fuego en las calles en 1923).

El mutualismo como forma asociativa era una de las variantes organizativas de los trabajadores/as y nótese que en la carta de MECHA se habla de "derechos". Era uno de los primeros pasos hacia lo que mas de medio siglo después serán los sindicatos de trabajadores y trabajadoras docentes.

También es interesante observar los carteles publicitarios que difunden las diferentes formas de prevención, algo que hoy los y las docentes realizan en forma virtual. La estética de las imágenes no nos impide ver que, muchas de las medidas que hoy estamos tomando en el aislamiento preventivo, son bastante parecidas a las actuales.


Dejo entonces la transcripción de la carta que estaba impresa en papel para que mis compañeros y compañeras docentes puedan utilizarlo como material de discusión o simple curiosidad histórica. Pido disculpas a los lectores de "Historia local de Malvinas Argentinas" por no ser de la temática, pero no deja de ser una pieza interesante de la historia. 

"El monitor de la educación común" órgano del Consejo Nacional de Educación, Año 41, Buenos Aires 31 de marzo de 1923, Número 603

La "Mutualidad Antituberculosa del Magisterio"

Carta de maestra 

Mi querida Estela:

No me extraña tu asombro. Si; es cierto; estoy curada, completamente curada. ~

Tu has de recordar bien como fui cayendo. Enflaquecía día a día; la sensación de peso, de plenitud, después de haber tomado de prisa y corriendo mi almuerzo, la falta casi absoluta de apetito que se había ido acentuando poco a poco. no me llamaron en un principio mayormente la atenci6n. Otros fueron los síntomas que me alarmaron y alarmaron en casa y en la escuela. Tu sabes lo activa que era, lo movidas que resultaban mis clases. lo dispuesta que estaba siempre para el trabajo y también para divertirme. 


Paulatinamente todo eso fue desapareciendo y un perenne cansancio, un invencible deseo de no hacer nada y una profunda tristeza, ·cambiaron a la alegre maestra de otros tiempos. Estaba irritable, llena de ideas negras; yo tan tolerante, tan optimista. Mas tarde fue una tos, una tosecita breve, seca, mezquina, provocada por una molesta picazón de la garganta, lo que me preocupo. Pero había algo mas grave: sentía por las tardes, al volver de la escuela, un indefinible malestar, dolor de cabeza, unos ligeros escalofríos y un raro hormigueo en las manos.

Una tarde me puse el termómetro: alcanzaba 37.4; dos horas después solo tenia 36.6. AI día siguiente, 37 .2. Otro día, después de una excursión con los niños al Jardín Zoológico, 37.6. Y así todos los días. Y cada vez mas cansada, cada vez mas flaca, cada día mas triste. Un medico, a quien consulte, me tranquilizó faci1mente: Debilidad; exceso de trabajo; nada de importancia. Un poco de distracción y un tónico serian suficientes para que todo pasara. Pero no fue así. Yo seguía mal.

Una tarde en que por un asunto' de la escuela fui al Consejo Nacional me encontré en uno de los corredores de la casa con Ramírez, el director de la escuela superior, tan bondadoso, a pesar de su modo un tanto brusco, con todos sus compañeros. "¿Que le pasa señorita?; no tiene ud,·buen aspecto". Le conté punto par punto lo que pasaba. ¿No es ud. socia de la "Mutualidad Antituberculosa del Magisterio?", me pregunto por toda respuesta de "Que es eso"?, pregunte a mi vez. Me recordó entonces que todos los maestros pertenecemos a una sociedad creada con el fin de proporcionar los elementos de curación y subsistencia para prevenir y curar la tuberculosis. "Pero yo no estoy tuberculosa", exclame toda trémula, horrorizada ante la palabra antes nunca pronunciada. "Eso precisamente es lo que tiene ud. que saber con toda certeza" y antes de que pudiera reponerme me alargo un librito en cuya tapa pude leer: Ese folleto esta hecho para despertar la sospecha de una probable enfermedad en quien lo, lea. Al medico toca dar la seguridad de su inexistencia o la conveniencia de prevenirse. "Vaya mañana mismo, al dispensario social, en donde se dice siempre la verdad y tengo la mas absoluta convicción de que muy pronto estará curada".


Y así llegue a esta casa de la calle Paraguay, donde he vuelto a ser la que tu has conocido: la maestra entusiasta, enamorada de su profesión, 'siempre dispuesta, alegre, contenta de como se realizo e1 milagro? Es lo de menos; lo importante es que he aprendido muchas cosas que los maestros deberíamos saber muy bien He aprendido que la tuberculosis se cura; que para ella no es necesario mas que un medico 'que sepa decir inteligentemente la verdad y un paciente que ponga todo el esfuerzo de su voluntad en querer curarse. 


Hoy tambi6n se que la tuberculosis" es muchas, muchísimas veces, casi siempre y sobre todo entre nosotras las maestras una afección que evoluciona :insidiosamente y que nuestra bien disculpable ignorancia deja avanzar hasta hacer el mal irreparable. Pero he aprendido algo mas de inestimable valor y es que el asociarse y cooperar es una obligación de todo aquel que vive en sociedad, reunir, concentrar recursos, velar por la salud colectiva y solventar las necesidades del que se ve impedido, es un progreso de la familia humana. Y lo que mas te asombrará dado lo atados que estamos a tantos prejuicios, es que en todo ello no hay caridad, ni favor, ni excepciones, ni privilegios.


Es solo una obligaci6n social, es simplemente el ejercicio de la santa virtud de la previsión. Seguramente tu tampoco sabes lo que es la "Mutualidad Antituberculosa del Magisterio". Lo mas que habrás notado es que Ide ,cuando en cuando descuentan de tu sueldo un peso; pero no te has tomado la molestia de saber para que, no has leído nunca los recibos, ni las leyendas que siempre tienen al dorso, ni los volantes que alguna vez han sido incluidos en el "Monitor". No te aflijas, sin embargo no es un cargo el que te hago. Como tu era yo también; lo son la inmensa mayoría de los maestros. Si por nosotros fuera las instituciones no avanzarían. Por nuestra proverbial desidia, por interés declinamos derechos, eludimos1os deberes. En otros piases, con otra mentalidad, esos derechos y esos deberes son indeclinables, ineludibles, poique el pueblo' sabe que son privativos de su propio bien y de su prosperidad. No tenemos todavía el sentimiento de la solidaridad social; no hemos aprendido a ocuparnos de aquel que no conocemos, ni sabemos donde esta. 

No quiero explicarte-no lo sabría hacer tampoco - lo que es nuestra querida asociaci6n. Tu, como todos los que de ella forman parte, deben informarse directamente. Solo así es posible convertir la indiferencia en entusiasmo; únicamente viendo, las cosas, de cerca se liega a concebir lo grande de la obra. ¿Sabes cuantos maestros tuberculosos hay en Buenos Aires? No lo puedes saber; ni las mismas autoridades escolares lo saben. Se calcula que de cada cien, cuatro están enfermos y que de esos cuatro, tres pueden curar con toda seguridad si ellos quieren. EI día en que al dispensario de la Mutualidad acudan los socios sin recelo, el día en que se convierta en un habito el examen medico periódico, la tuberculosis dejarla de ser nuestra enfermedad profesional. Ese día 1a Mutualidad habría llenado los fines que 1a crearon. ¿Estará cercano ese día? De todos nosotros depende. 

Y a este respecto quiero relatarte un hecho. Cuando el 11 de Noviembre se inauguro nuestro dispensario social, con la presencia de las autoridades escolares, del Decano y de muchos profesores de 1a Facultad de Medicina, pero con la asistencia de muy pocos maestros, e1 Doctor Gregorio Araoz Alfaro, cuya acción en pro de la lucha contra la tuberculosis es bien conocida, en un discurso sencillo, pero lleno de fe en 1a obra que contemplaba, afirmo que nuestro dispensario era e1 dispensario ideal, e1 dispensario soñado por Calmette, cuando hace veinte y cinco años fundo el primero en la Ciudad de Lille. EI triple fin que persigue este organismo lo ha realizado la Mutualidad. Atrae y cura al enfermo y previene la enfermedad en el que no lo esta; difunde entre sus asociados y en la escuela publica los principios y las practicas de la higiene y en particular de la profilaxis antituberculosa y por ultimo presta lo que se ha dado en llamar la asistencia social, procurando al enfermo los recursos econ6micos y el apoyo moral que aseguran su tranquilidad, remedio indispensable: muchas veces la panacea que devuelve la salud. Tiene también nuestro dispensario algo mas que no tiene ninguno de los instalados hasta ahora en el país: "La visitadora", una mujer, una maestra como nosotras, cuya misión es atraer al enfermo, sostener su espíritu caido, por la confianza, por la simpatía que inspira. Ella es la que descubre las causas ocultas que mantienen o agravan muchas veces el mal. Es ella la que ubica al que no puede o no quiere curarse. Es el complemento indispensable de la obra que realiza el medico. 

Tenemos pues, un dispensario, un verdadero dispensario, pero que pocos lo conocen. Y termino; no quiero entretenerte mas, pues estoy segura de haberte interesado. En el folleto que me alarg6 Ramírez aquella tarde hay una fraile que te explicara e1 porque de esta larga carta: "Hágalo por la Mutualidad. Difunda estos principios por lo menos". Y en eso estoy y te juro que la tarea es grata. El hacer prosélitos para una buena obra es un inmenso placer que deseo ardientemente que tu también sientas. Quiero que todos sepan lo que es la mutualidad; lo que significa la fuerza del mutualismo; quiero que 1os diez y ocho mil maestros esparcidos por e1 territorio de mi patria comprendan que ellos, que cada uno de ellos, contribuye con su apoyo moral, que es lo que vale y su aporte económico, a restaurar la salud, a dar vida, a un compañero ignorado y que ese enfermo siente, como lo he sentido yo, que diez y ocho mil almas están con el.

Recibe un beso - puedo dártelo sin peligro - de tu amiga.

MECHA.

Buenos Aires, Abril de I923. 



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